LA AURORA Y LOS SANTOS
DESCABEZADOS.
Antigua casona que a principios del siglo XX, don José recibe de herencia de su tía Gertrudis.
En
la antigua casona de Juárez y Leona Vicario, se desarrolló una anécdota
curiosa, dicen que don José Álvarez del Castillo y Montoya, tenía una hija
llamada Aurora, que era muy bonita y por supuesto muy rica, era la hija
consentida de don José. Obviamente como era muy bonita y rica, tenía infinidad
de pretendientes ricos y pobres, un día llego a tocar la puerta de la linajuda
casa, un modesto joven, trabajador ferrocarrilero, abrió la puerta la
servidumbre y le preguntan al joven que deseaba, el responde ver a don José, no
sé si fue una vez o varias, pero el caso es que logra entrevistarse con don
José, ya entrada la tarde lo pasan al recibidor ahí lo esperaba ya don José, él
da la indicación de sentarse y comienzan a platicar referente a los
sentimientos del joven respecto a la señorita Aurora, de hecho venía a pedir su
mano, al momento don José apaga la vela que había en la estancia y con asombro
le pregunta el joven, por qué apaga la vela? y don José responde, que si iban a
platicar no era necesario que la vela estuviese encendida; don José no gozaba
de una reputación de manirrota, estaba lejos de ello, de repente en la
obscuridad se escuchan hebillas aflojar, de inmediato don José prende la luz de
la vela y queda sorprendido al ver que el muchacho se encontraba sentado con
los pantalones debajo de la rodilla, al momento don José pregunta, que está
pasando y el joven responde, si es que la vela va estar apagada y solo vamos a
platicar, para que desgasto mis pantalones al estar sentado si solo voy a
escuchar, de inmediato don José dio la autorización para que los dos jóvenes se
comprometieran. Finalmente se casarón y tuvieron descendencia.
Casco inconcluso de la hacienda de la Aurora, mandado edificar por don José Álvarez del Castillo para su hija Aurora.
La construcción que se ve rumbo a Irámuco, antes de cruzar la vía del tren antes de llegar a la desviación de Andocutín es el casco inconcluso de la hacienda de “La Aurora”, que la revolución no dejo terminar, un regalo de don José Álvarez del Castillo a su adorada hija Aurora.
Capilla en la que se encuentran los santos descabezados.
Olvidaba otra anécdota, la de los santos descabezados. En la capilla de la hacienda de Andocutín, existen dos imágenes de bulto de tamaño natural de San José y San Ignacio, dicen que eran demasiado pesadas, que posiblemente porque estaban hechas de madera de mezquite, en una procesión en la hacienda se descabezó una de ellas , y descubrieron que el peso se debía a que estaba rellena de centenarios.
Soy José Luis y viví mi infancia y parte de juventud en Andocutín y recuerdo muy bien que me contaban esa historia, pero nunca se comprobó que tuvieran centenarios lo que sí puedo comentar que hubo personas que encontraron en las inmediaciones del cerrito chato guardaditos de monedas de oro, que dejaban los revolucionarios escondidas entre las piedras
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