Segunda parte de tres. Ahora veamos
otra hermosa leyenda desarrollada en Tuxpan Michoacán.
Condesa de Miravalle, Doña María
Magdalena Catarina Dávalos de Bracamontes y Orozco (1701-1777) fueron sus
padres Don Pedro Alonso Dávalos y Bracamontes y Doña María Antonia Francisca
Orozco de Rivadeneira y Orendaín por cuyas venas corría sangre indígena del
antiguo señorío otomí de Tuxpan, y a su vez emparentada con familia Moctezuma.
Desde muy joven fue internada y
recluida en el convento de Las Carmelitas Descalzas, en la ciudad de Puebla,
por su tío abuelo materno, el presbítero Jesuita Francisco Orozco, y que según
el testamento de su madre, sería el albacea de las propiedades de los Orozco,
en el oriente michoacano.
Ayudada por su abuela paterna, quien
se valió del mismo Virrey para sacar a su nieta del convento, la aún joven
María Magdalena Catarina, comenzó a aprender cómo debía ser una buena condesa.
Contrajo matrimonio con un Caballero de la Orden de Alcántara, Don Pedro
Antonio de Trebuesto y Alvarado, en 1719. Con él, se trasladó a Nayarit y con
tan solo 15 años de matrimonio, dio a luz a nueve hijos. Al enviudar
repentinamente, en 1734 volvió a la casa paterna de la Ciudad de México.
Tras una demanda legal en contra de
la Compañía de Jesús la Condesa de Miravalle gana las propiedades de su familia
en las tierras michoacanas después de que su tío abuelo materno religioso
jesuita a su muerte legó a la Compañía de Jesús todas sus posesiones, por lo
que le fueron devueltas después de 27 años. La Condesa fue dueña de 70
haciendas en Michoacán (Irimbo, Hidalgo; Tuxpan, Jungapeo; Benito Juárez,
Susupuato, Tuzantla, Zitácuaro, Púcuaro y más). Además de ser dueña de las
Minas de Compostela, Nayarit, de las minas de Tlalpujahua y algunas de
Angangueo. En 1742, murió su padre, el Segundo Conde de Miravalle, y María
Magdalena Catarina heredó el condado de Miravalle junto con dinero haciendas y
palacios.
La Condesa de Miravalle después de
resuelta su situación económica se lanzó a la vida mundana, sus banquetes y
tertulias alcanzaron gran renombre en la Ciudad de México, y artistas e intelectuales
pugnaron por participar de ellos. Viuda, la Condesa vivió su madurez sin casi
reprimir sus deseos, lo cual dio lugar a intensos rumores. Ciertos, imaginados
o tan solo probables, pero siempre envueltos en un halo de misterio y leyenda.
La Condesa mantuvo amores con hombres de muy distinta clase y condición, ya que
trabó relaciones íntimas con nobles, con mayorales, con capataces; e incluso,
con un fraile franciscano del convento de Santiago Apóstol, en el pueblo de
Santiago Tuxpan Fray Tomás Camata Estrada, quien era alquimista, él le ayudó a
enterrar su dinero, con ello fue el beneficiario de sus secretos monetarios.
Los asesinatos brutales en contra de
quienes se dejaron amar por ella y también de quienes se resistían a hacerlo,
fue lo que marcó su leyenda. Acusaciones casi demoniacas en su contra como el
confirmado herraje de 300 esclavos en la hacienda de Santa Catarina. Los
crímenes casi de poesía, que fueron cometidos por ella en San Miguel Púcuaro
(Jungapeo). Todo esto, coronado por la excomunión que recayó sobre ella, cuando
en 1765, emprendió una segunda demanda en contra de la Compañía de Jesús, esta
vez porque le devolvieran el fruto de las propiedades después de 27 años de
posesión. De generación tras generación, la leyenda ha sido contada en
Agostitlán, Angangueo, Ciudad Hidalgo, Irimbo, Jungapeo, Zirahuato, Zitacuaro y
Tuxpan. Pero también en Compostela, Santispac, y Tepic, en Nayarit; así como en
Huesca y Mineral del Monte en Hidalgo, además de la Ciudad de México, donde una
de las colonias de la delegación Cuauhtémoc lleva el nombre de Condesa, en honor
a María Magdalena Catalina, esos terrenos fueron de su propiedad junto con los
de la colonia Roma, parte de las colonias Hipódromo y Tacubaya. Su casa fue el
inmueble que hoy ocupa la Embajada Rusa. Su muerte llegó repentina y no
naturalmente, ya que fue víctima de su amante y cómplice, Fray Tomás del
convento franciscano de Santiago Apóstol, pues la envenenó cuando tenía 76 años
de edad. Esto sucedió en la hacienda de la Santa Catarina en Tuxpan, lugar que
fue su residencia permanente durante los últimos diez años de su vida.
En la iglesia de Tuxpan Michoacán, se encuentra la cripta de los Condes de Miravalle, en donde se encuentra sepultada la Condesa de Miravalle.
Después de que fue embalsamada, la
pusieron en un ataúd y fue exhibida por casi 150 años, en la cripta de los
condes, que está en la Iglesia de Santiago Apóstol, en Tuxpan. Posteriormente
fue enterrada ahí mismo, al lado de su progenitora; esto en 1924; el fraile
también le acompaña en la cripta condal.
Les dejo la liga para que visiten y
lean completa la leyenda del Dr. José Luis González González