¡Arriba Maravatío! que Acámbaro ya cayó, quien no conoce esta frase o quien no la ha escuchado, en el famoso corrido de Chayito Valdez, "Caballo Prieto Afamado", pero de donde proviene o por qué; a mi corto entendimiento sé lo siguiente: resulta que Acámbaro y Maravarío eran asiduos participantes en las carreras de caballos que se realizaban tanto en una como en otra ciudad y resulta que Acámbaro ganaba con más frecuencia y eso no era muy agradable para la otra ciudad, pero un día en Acámbaro creo que por 1929 o por ahí, gana Maravatío y le gana en su casa y en la primera de mayo entre Zaragoza y Héroe de Nacozari, lugar donde competían y por tal razón fue celebre tal frase.
Ajuno Mich. 4 de enero de 1867, Segundo Imperio, el general Nicolás de Regules, pretende tomar Pátzcuaro, pero está tomado por las fuerzas realistas, a las seis de la mañana del día cinco el fuego entre ambos bandos estaba en todo esplendor, a las nueve de la mañana ardía el antiguo templo de San Francisco atacado por Villada, a las diez de la mañana se vieron elevarse llamas espantosas de la colosal parroquia y pocos minutos después una detonación horrible, que debió haber sido escuchada a cuatro leguas a la redonda, tal fue el ruido que se hizo cesar todo por un momento, la techumbre del templo devorada por el incendio, se había desplomado toda entera, finalmente cae la plaza de Pátzcuaro a favor de los liberales. Tiempos atrás en Michoacán, había un odio profundo contra Pátzcuaro por sus ideas conservadoras.
El día seis, el ejército del general Régules toma marcha hacia Morelia, era evidente que el general no tenía en mente tomar dicha plaza, por la falta de parque obviamente por la batalla del día anterior, paso la ciudad de Morelia rumbo a Indaparapeo y el día ocho llegó a Zinapécuaro, ahí a la vista de todos los habitantes, se hizo un gran cargamento de ocote y ya para nadie era secreto que iba a atacar Acámbaro, amenazándolo con el incendio y la destrucción, se avisto la ciudad a las tres de la tarde del día 09 de enero de 1867, el ejército tenía un efectivo de cerca de cuatro mil hombres. El general Régules dictó la intimación, un ranchero que se cogió en el camino fue el encargado de llevarla, ni el ranchero ni nadie trajo la respuesta. La ciudad parecía estar desierta, no se veía ningún habitante en las calles, ningún soldado tras las trincheras ni en las torres. Solo había un silencio profundo, y sin embargo, allí estaba la guarnición y los vecinos resueltos a defender al pueblo de Acámbaro ni la intimación ni la amenaza del ocote los habían intimidado. A las seis de la tarde el general Régules levanta el campo y emprendió la retirada. La noche sorprendió a los hombres del general y el ocote sirvió para iluminar el camino, al amanecer llego a Zinapécuaro y el mismo día se continuó hasta la hacienda de Irapeo. Nunca se explicó el móvil que condujo a Régules hasta Acámbaro, sin llevar elementos para atacarla, solo porque sabía que todos sus habitantes eran partidarios del imperio, y también sabía que su destacamento era fuerte en número y compuesto de soldados decididos.
Zitácuaro Michoacán, Segundo Imperio, toda la población trabaja para proporcionar pertrechos, las damas de la sociedad, cosen y bordan uniformes para los liberales, no descansan. Lo mismo sucede con la población de Maravatío, las damas funden plomo, cosen uniformes, preparan alimentos para las fuerzas liberales. Mientras tanto en Acámbaro, festejan con saraos y tertulias los triunfos del Imperio.
Al igual que Pátzcuaro en su región es odiado por sus ideas imperialistas, Acámbaro es odiado por su ideología conservadora, misma que a través de generaciones se ha observado como un característica, casi imperceptible pero constante. Nunca han escuchado hablar de la obra de teatro “Las Señoritas de Acámbaro”, basada en la estadística de la existencia de mucha población mayor soltera, podemos enumerar muchos casos. Las Silva, los Durán, las Gallegos, las Sámano, las Álvarez, las Serrato, las Sousa, las Vargas, y muchos que escapan a mi memoria que permanecieron solteros con la ilusión de la llegada de príncipes y princesas azules que jamás llegaron. Nunca pude descifrar el fenómeno social característico de Acámbaro y muchas ciudades del Bajío, hasta que encontré esta fabulosa crónica de conservadores y liberales.
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