EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE GRACIA DE ACÁMBARO
El monasterio de Santa
María de Gracia de Acámbaro no solo es hermoso en su manufactura y rico en
ornamentos arquitectónicos, también rico en historia, a través de sus casi
quinientos años de vida que ha compartido con la provincia del padre seráfico
San Francisco de Asís de San Pedro y San Pablo de Michoacán, muchas decisiones
que han forman parte de la historia de nuestro país se tomaron ahí, ha sido eje primordial, punto
de partida para la fundación de ciudades y conventos, aún más ha sido hogar de
muchos hombres que participaron activamente para lograr la conversión de muchos
naturales en lugares inimaginables, hombres santos que trascendieron en grandeza
y espíritu, grandes hombres que han sido olvidados, y ahora como justo
homenaje, brindo estas líneas para que emerjan del silencio del tiempo, grandes almas
llevadas a un olvido ignominioso, como hijos de este maravilloso lugar, toca
poner una parte de nuestra curia para salvar esta historia a las nuevas
generaciones, y comenzar verdaderamente a investigar.
La doctrina franciscana de
Acámbaro ocupa un lugar primordial en la evangelización de la frontera chichimeca,
porción norteña de Michoacán, que corresponde al actual estado de Guanajuato.
Fray Juan de San Miguel, (él ya regresaba de la fundación de Uruapan 1533),era
guardián de este convento por los años de 1542, de donde salió a la fundación
del pueblo de San Miguel, y a la conversión de Rio Verde, según el testimonio
dado en 1597 por Pedro Vizcaíno, gobernador de Xichú: (ósea que nosotros somos
el padre de San Miguel de Allende).
Dijo que habrá más de cincuenta años que este testigo estuvo por sacristán
en el Pueblo de Acámbaro a donde estaba por guardián de el dicho fray Juan de
San Miguel, de la orden de San Francisco, el cual, teniendo noticia de la
Guachichila en tierra de guerra, salió de este dicho convento de Acámbaro y
vino al pueblo de Querétaro y de allí pasó trayendo consigo a este testigo y a
otros muchachos y llegó al asiento donde ahora está la Villa de San Miguel y
allí tomo posesión y hizo una iglesia de jacal y en señal de posesión vino a
este pueblo de Xichú y tomó posesión de él y después de este pueblo de Xichú se
volvió a San Miguel y vuelto dejó allí a este testigo y a otros muchachos que
por ser pequeños no los llevó consigo y entró tierra adentro y con él fueron
algunos indios ya grandes y fue al Río Verde y anduvo toda la tierra y después
se volvió a la dicha Villa de San Miguel y de Allí a el pueblo de Acámbaro,
donde era guardián y este testigo se quedó allí.
Para 1571 el obispo Morales
puede anotar “El pueblo de Acámbaro está en cabeza de Nuño de Chávez, tiene un
monasterio de frailes franciscos, donde suele haber dos y tres frailes que
administran los sacramentos” enumerando como barrios ocurrían a su doctrina,
los siguientes: Hamocutín, Puricheo, Irámoco, Curuneo, Xeréquaro, Tacambaro y Purumu.
El obispo Medina (1582)
registra esta doctrina con dos mil feligreses casados. Por 1585, fray Diego
Muñoz cuenta el monasterio de Santa María de Gracia de Acámbaro como uno de los
47 que tiene la Provincia de los Santos Apóstoles, en el que “residen a dos,
tres y cuatro religiosos, el uno predicador de los naturales”. Por su parte la
relación del obispado de 1619 da razón particular de la población del pueblo de
Acámbaro y de la de sus sujetos:
Acámbaro. Este pueblo es de la doctrina de San Francisco, donde hay un
convento de muy buen edificio y en él un guardián y dos o tres religiosos, y
120 vecinos. Está asentado a la ribera de un Río Grande, de esta banda, hacia
el mediodía, y tiene por sujetos a Tarandaquao con 50 vecinos, Xerécuaro 130,
Yrámoco 50, San Juan Tepagua con 10 vecinos; y hay en este Partido 80 indios,
solteros y viudos, y en su doctrina estancias de gran número de ganado vacuno y
ovejano, y habrá 100 personas españolas, hombres y mujeres, y 300 indios,
negros y mulatos, del servicio de ellas.
Según la minuta del obispo
Rivera (1631) Acámbaro tendrá en el primer tercio del siglo XVII, 8 vecinos
españoles y 2,800 indios en su feligresía. De la segunda mitad del siglo
tenemos más escasa información de fuentes primarias. No quedan padrones de
feligreses de este período en el archivo del obispado. Un informe de tributos
aplicados a la construcción de la catedral de Valladolid, presenta para 1698
una cifra de 548 tributarios en Acámbaro, que corresponde a unos 1918
feligreses mayores de 7 años.
Fray Buenaventura de
Marbella, nació en Marbella, Málaga, España, tomó hábito en uno de los
conventos de la recolección de la provincia de Andalucía y pasó a las Indias y
se incorporó a la provincia de Michoacán (1580-1590) aprox., en la visita del
Padre Ponce en 1587 a Uruapan lo nombra provincial, anteriormente había tenido
este mismo puesto en Tarecuato, llamó al valle de Los Santos Reyes, "Valle
del Paraíso" en su infatigable labor misionera. En la provincia de
Michoacán vivió apostólicamente observó los ápices de su regla con perfección
llegando a la cumbre con el gozó de arrobos, éxtasis y raptos. Este insigne
varón con sencillez pueril lo comprueba el haberlo elegido provincial en varios
lugares, con tal ejemplo que a pie y descalzo visitó toda la provincia e hizo
grandes cosas en ella, aumento el número de conventos, la fábrica de las
iglesias, la puntual asistencia en las doctrinas. Siendo provincial en el
convento de Acámbaro el Señor le ilustró con luz profética su muerte,
aseverando sería en el capítulo luego que entrase en el oficio su sucesor.
Cumplióse a la letra, pues acabada la elección se fue a la cama y recibió todos
los santos sacramentos con tanta paz y tranquilidad como había vivido, entre la
asistencia numerosa de los padres que lo admiraban y veneraban, entregó su
espíritu al Creador y con demostración de ternura le dieron lugar en que su
cuerpo se sepultase en el convento de Acámbaro.
Fray Rodrigo Alonso, nativo
de la ciudad de Lisboa, corrió desde Portugal hasta las Indias se incorporó a
la orden franciscana, tomó el hábito y profesó en el convento de Acámbaro
aprox. (1595-1620), provincia de la cual se encariñó, aprendió las lenguas
usadas en la provincia, la prueba fue que en el convento de Acámbaro hizo
consecutivamente cuatro sermones, en español, tarasco, náhuatl y otomí, con
tanta elocuencia como si hubiese aprendido todas estas lenguas desde niño,
llegando ser vicario provincial. En 1611 pide al rey de España otorgue permiso
para la erección de un convento en San Miguel de Allende jurisdicción de la
provincia de Michoacán. Adoleció en el convento de Acámbaro una enfermedad y en
el transcurso de esta, alcanzó a saber la hora de su muerte, expiró con tanta
tranquilidad y su faz tan risueña y hermosa como si los gozos del alma se
asomaran a él a certificarnos su gloria.
En el año de 1606-1607, se
divide la provincia de Michoacán y Xalisco, en la
Provincia de Michoacán de San Pedro y San Pablo y la de Santiago de Jalisco.
Entre la división de los monasterios y hermanos y la elección de provinciales,
se determinó celebrar por difunto cierto número de misas cada sacerdote y los
religiosos coristas y legos otros tantos oficios de cada provincia, ósea por
los difuntos de la provincia de Michoacán se celebraban misas en ambas provincias
y viceversa. Pues habiendo corrido veinte años de esta mutua correspondencia se
experimentaron tales inconvenientes, como el crecimiento de religiosos se hacía
pesado el yugo de la obligación, se determinó en Capítulo celebrado en el
convento de Acámbaro en el año de 1626, siendo padre provincial Fray Pedro de
Leiva, con acuerdo de todo el Capítulo se decretó que cesase en la provincia de
Jalisco el compromiso en cuanto a los sufragios.
Fray V. Castro padre
franciscano dotado con el don de la profecía, presentamos cuatro episodios de
su vida prodigiosa en esta provincia de Michoacán.
En estando el padre Castro
en Taxco, dijo a Don Gaspar López que debiese de cuidar de ver animal con
cuernos porque había de morir en ellos y como el crédito de la santidad del
padre Castro era tan grande, Don Gaspar lo tomó como profecía y evitó salir de
casa, pero el alcalde mayor lo manda llamar para tratar un negocio importante,
temeroso Don Gaspar manda por delate a su hijo para que este le informará si no
había por la plaza y por el camino animal alguno, de vuelta su hijo le confirma
que no hay animal por el camino, solo uno muerto en la plaza de toros, Don
Gaspar salió con la luz encendida de su casa y al cruzar por la plaza se le
apagó y prosiguiendo el camino sin luz, erró el camino y fue a dar con el toro
muerto y tropezando con él cayó sobre los cuernos, traspasándole el corazón.
En Taxco había un hombre
llamado Alonso Delgado de oficio sastre, Fray V. Castro le rogo que de ninguna
manera se encontrara en riña laguna porque lo habían de matar, Don Alonso
escarmentado con el acontecimiento de su vecino don Gaspar, y satisfecho de la
santidad del que le avisaba. Un día estando trabajando se armó en su puerta una
riña y el de improviso salió a meter paz y tirando a uno la daga del otro se le
clavó por las sienes, así una vez más se cumplió la profecía del padre Castro.
Realizando su acción
apostólica el padre V. Castro llega al pueblo de Taximaroa, en el cual vivía
Don Diego de Lira y Sayas, satisfecho de su santidad y profecía del padre
Castro le rogó le dijese dónde estaba el dinero que su suegro había dejado
enterrado, el padre Castro rehuía de comentar cosa al respecto a Don Gaspar, pero
este valiéndose de sus superiores logra que lo acompañe a los parajes donde supuestamente
estaba enterrado el dinero, el padre Castro indica un lugar pero ya caía la
tarde y lo dejaron para el siguiente día, pero sorpresa nada había en el lugar
que había indicado el padre Castro. Días después lo busca nuevamente don Diego
de Lira y le refuta porque lo engaño, el padre Castro le responde que no es
voluntad de Dios que hiciera carrozas, ni engordara caballos y festejara damas
y que por eso no había encontrado el dinero, y como le dijo a don Diego los
mismos pensamientos y devaneos que había tenido aquella noche con la esperanza
del tesoro, reconoció su culpa. Por segunda vez vuelve don Diego de Lira y le
pregunta al padre Castro porque no tiene hijos, el responde que su esposa esta
en cinta de una niña y que se asustará de la manera en que engendrarían hijos,
y así fue tuvo su primera hija y doce más.
Estando el ciervo de Dios
en el convento de Acámbaro donde estaba por aquel entonces el noviciado de esta
provincia, tocando a medianoche a maitines un novicio se le volteó la esquila
para arriba y no pudo volverla con el cordel subió para voltearla con las
manos, al mismo tiempo que iba a ejecutarlo salió el padre Castro del coro
gritándole que se detuviera, el novicio lo obedeció y asombrado, subieron al
campanil tomando la cuerda en la mano comenzó a azotar al demonio diciéndole en
voz clara muchos improperios y se ausento el enemigo malo de aquel lugar con
mucho estruendo. Volvióse entonces el siervo de Dios a confabular con el
novicio y con singular espíritu le dijo diese muchas gracias a Dios Nuestro
Señor por haberle liberado de la garras de aquel furioso león infernal, cuyo
intento había sido precipitarlo de lo alto y hacerle pedazos en la caída.
El padre Castro termino los
últimos días de su vida en el monasterio de San Francisco en Valladolid,
aquejado por una terrible enfermedad, entregó su alma al Creador y se sepultó
en el mismo convento con asistencia y aclamación de toda la ciudad de
Valladolid, quiso el Creador calificar la virtud de su siervo con el raro
prodigio de emanar de la tierra aromas exquisitos.
Fray Juan Bautista
Molinedo, nacido cerca de la villa de Bilbao, en Vizcaya España, muy joven
decide probar fortuna en la Nueva España, cansado de la vida mundana, decide tomar
el hábito Franciscano en el convento de Acámbaro, la humildad, la obediencia
algunas de sus virtudes, cumplió su año de noviciado y profesó atándose a los
tres votos solemnes de la orden, aprendió la lengua otomí con tal pulcritud y
eminencia que en su tiempo no tuvo rival, para ocuparse en la doctrina y
enseñanza de los indios, hombre ejemplar gustaba de la oración mental. En todo
el discurso de su vida tuvo muchos raptos y éxtasis admirables, particularmente
se le notaron en el tiempo que fue guardián en el convento de Celaya, varias
veces lo encontraron al siervo de Dios arrebatado en el aire delante de un
crucifijo que hasta el día de hoy se venera el santo cristo en Celaya. Fue muy
penitente, trajo siempre un tuniquillo de cerdas que lo cogía de medio cuerpo
hacia arriba y en la honestidad, castidad y obediencia parecía un ángel del
cielo. Fue tanto su amor por los naturales, y por la salvación de sus almas que
decide ir a Río Verde a propagar el Santo Evangelio a todas esas tierras de
indios barbaros, bautizó a todos los que encontró capaces de este sacramento y
otros tantos puso en estado del santo matrimonio , adoctrinó a muchos niños,
visitó Piniguan, en donde hizo una capilla de madera y paja y celebró el Santo
Oficio de la Misa, después paso al pueblo de la Lagunillas donde hizo lo mismo,
como también en los lugares de Camotes y Valle de Maíz, paso después a Tula,
Xaumave, Rucias, San Francisco y San Bernardo, fue a pie y descalzo hasta los
confines de Río Verde, tanto amor y cariño le tenían en esos recónditos lugares
que le cobro el nombre de Apóstol del Río Verde, quince eran las naciones
descubiertas, de regreso a Río Verde dejo instrucciones precisas de cómo debían
de mantener la doctrina. Llegó de nuevo a la provincia que lo vio partir, en
ocasión que se celebraba el capítulo provincial en el convento de Acámbaro,
allá por el año de 1617, donde fue recibido con sumo aplauso de los capitulares
a quienes propuso sus descubrimientos, ellos votaron unánimemente que escogiese
a los ministros idóneos para tal empresa, el regresa a Río Verde 1618. Él busca
de toda forma la conversión de Río Verde, busca ministros para cumplir su
propósito misionero, someten a capítulo general celebrado en Segovia en el año
de 1621, la propuesta fue admitida, se erige la custodia de Río Verde bajo el
patronato de Santa Catarina, y es separada de la provincia de Michoacán, quedando
sujeta a los comisarios generales para que de todas partes se proveyese de
ministros, pero se presentaba otro problema, la provincia de Michoacán renuncia
formalmente a la custodia de Río Verde, pero quedaba abierta a otras ordenes monásticas,
el Virrey despacha este asunto al Rey de España, y envía a tres representantes
de las ordenes a participar en la custodia, el padre Juan Bautista Molinedo
viaja a Madrid con la comitiva, habla con su Majestad alcanzando diecisiete
religiosos para que viniesen a la conversión de Río Verde. El padre Molinedo
enferma gravemente y muere en el convento franciscano de Madrid en 1627.
De los padres provinciales de
Michoacán, el tres de octubre de 1626 a vísperas del día de San Francisco, en
el convento de Acámbaro, que entonces era casa capitular, presidiendo el
comisario general Fray. Alonso de Montemayor, lector jubilado y padre de las
provincias de Andalucía, salió electo el Fray Pedro de Leyva, hombre de edad
madura, mucha literatura y mucha experiencia, creció dentro de la provincia de Andalucía
y de allí vino a la del Santo Evangelio en la que se mantuvo algunos años,
posteriormente como profesor de teología en la provincia de San Diego. Fue
guardián del convento de Santa Bárbara de Puebla, íntimo amigo del Fray
Gerónimo de Abrego y Ortigosa al cual asistió en la muerte en el convento de
Puebla. En una noche estando el padre Leyva en el convento de Atrizco oyó
llorar a un niño siguió el eco y vino a dar a un lugar desierto, entre malezas
halló una hechura hermosa de barro del Niño Dios y desde entonces las
religiosas de Atrizco lo tienen como reliquia, un día estaba el coro lleno de
rosas, lo llevaba en las manos y calló
con ella a tierra y como es de barro se hizo pedazos y puesto de rodillas y llorando
su desgracia fue recogiendo los pedazos y reliquias y en presencia de las
religiosas quedó tan entera como antes sin faltarle cosa alguna, y desde
entonces aumento su veneración. Paso después el padre Leyva a la santa
provincia de Michoacán, donde habiendo sido provincial murió con gran ejemplo
de virtuosas costumbres, lo que se determinó en este memorable capítulo de
Acámbaro.
En el año de 1626, en el
Capítulo de Acámbaro fueron 35 gachupines, hijos de provincia, 37 criollos, 40
coristas 27 legos, 16 donados, dando un total de 155. El orden y número de conventos
que en este año tenía la provincia: Acámbaro,
casa capitular; Valladolid, Querétaro, Tzintzuntzan, Taximaloyan, Tarecuato,
Tzinapécuaro, Pátzcuaro, Uruapan Erongaríacuaro, Tzacapu, Peribán, Tanzítaro,
Celaya, Purenchécuaro, San Felipe, Tzitácuaro, Xiquilpan, Apaseo, tarímbaro,
Tolimán, Xichú, León, Pichátaro, Charapan, San Buenaventura de Guazindeo,
Pataban, Tuxpan, Santa Ana de Amatlán, Apatzingán, Tzirándaro, Chamacuero,
Acapulco, San Francisco de San Miguel (San Miguel el Grande). Todas estas
eran guardianías, hacen un número de treinta y cuatro.