jueves, 31 de marzo de 2016

EL MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE GRACIA DE ACÁMBARO

El monasterio de Santa María de Gracia de Acámbaro no solo es hermoso en su manufactura y rico en ornamentos arquitectónicos, también rico en historia, a través de sus casi quinientos años de vida que ha compartido con la provincia del padre seráfico San Francisco de Asís de San Pedro y San Pablo de Michoacán, muchas decisiones que han forman parte de la historia de nuestro país se tomaron ahí, ha sido eje primordial, punto de partida para la fundación de ciudades y conventos, aún más ha sido hogar de muchos hombres que participaron activamente para lograr la conversión de muchos naturales en lugares inimaginables, hombres santos que trascendieron en grandeza y espíritu, grandes hombres que han sido olvidados, y ahora como justo homenaje, brindo estas líneas para que emerjan del silencio del tiempo, grandes almas llevadas a un olvido ignominioso, como hijos de este maravilloso lugar, toca poner una parte de nuestra curia para salvar esta historia a las nuevas generaciones, y comenzar verdaderamente a investigar.


La doctrina franciscana de Acámbaro ocupa un lugar primordial en la evangelización de la frontera chichimeca, porción norteña de Michoacán, que corresponde al actual estado de Guanajuato. Fray Juan de San Miguel, (él ya regresaba de la fundación de Uruapan 1533),era guardián de este convento por los años de 1542, de donde salió a la fundación del pueblo de San Miguel, y a la conversión de Rio Verde, según el testimonio dado en 1597 por Pedro Vizcaíno, gobernador de Xichú: (ósea que nosotros somos el padre de San Miguel de Allende).

Dijo que habrá más de cincuenta años que este testigo estuvo por sacristán en el Pueblo de Acámbaro a donde estaba por guardián de el dicho fray Juan de San Miguel, de la orden de San Francisco, el cual, teniendo noticia de la Guachichila en tierra de guerra, salió de este dicho convento de Acámbaro y vino al pueblo de Querétaro y de allí pasó trayendo consigo a este testigo y a otros muchachos y llegó al asiento donde ahora está la Villa de San Miguel y allí tomo posesión y hizo una iglesia de jacal y en señal de posesión vino a este pueblo de Xichú y tomó posesión de él y después de este pueblo de Xichú se volvió a San Miguel y vuelto dejó allí a este testigo y a otros muchachos que por ser pequeños no los llevó consigo y entró tierra adentro y con él fueron algunos indios ya grandes y fue al Río Verde y anduvo toda la tierra y después se volvió a la dicha Villa de San Miguel y de Allí a el pueblo de Acámbaro, donde era guardián y este testigo se quedó allí.

Para 1571 el obispo Morales puede anotar “El pueblo de Acámbaro está en cabeza de Nuño de Chávez, tiene un monasterio de frailes franciscos, donde suele haber dos y tres frailes que administran los sacramentos” enumerando como barrios ocurrían a su doctrina, los siguientes: Hamocutín, Puricheo, Irámoco, Curuneo, Xeréquaro, Tacambaro y Purumu.
El obispo Medina (1582) registra esta doctrina con dos mil feligreses casados. Por 1585, fray Diego Muñoz cuenta el monasterio de Santa María de Gracia de Acámbaro como uno de los 47 que tiene la Provincia de los Santos Apóstoles, en el que “residen a dos, tres y cuatro religiosos, el uno predicador de los naturales”. Por su parte la relación del obispado de 1619 da razón particular de la población del pueblo de Acámbaro y de la de sus sujetos:

Acámbaro. Este pueblo es de la doctrina de San Francisco, donde hay un convento de muy buen edificio y en él un guardián y dos o tres religiosos, y 120 vecinos. Está asentado a la ribera de un Río Grande, de esta banda, hacia el mediodía, y tiene por sujetos a Tarandaquao con 50 vecinos, Xerécuaro 130, Yrámoco 50, San Juan Tepagua con 10 vecinos; y hay en este Partido 80 indios, solteros y viudos, y en su doctrina estancias de gran número de ganado vacuno y ovejano, y habrá 100 personas españolas, hombres y mujeres, y 300 indios, negros y mulatos, del servicio de ellas.
Según la minuta del obispo Rivera (1631) Acámbaro tendrá en el primer tercio del siglo XVII, 8 vecinos españoles y 2,800 indios en su feligresía. De la segunda mitad del siglo tenemos más escasa información de fuentes primarias. No quedan padrones de feligreses de este período en el archivo del obispado. Un informe de tributos aplicados a la construcción de la catedral de Valladolid, presenta para 1698 una cifra de 548 tributarios en Acámbaro, que corresponde a unos 1918 feligreses mayores de 7 años.


Fray Buenaventura de Marbella, nació en Marbella, Málaga, España, tomó hábito en uno de los conventos de la recolección de la provincia de Andalucía y pasó a las Indias y se incorporó a la provincia de Michoacán (1580-1590) aprox., en la visita del Padre Ponce en 1587 a Uruapan lo nombra provincial, anteriormente había tenido este mismo puesto en Tarecuato, llamó al valle de Los Santos Reyes, "Valle del Paraíso" en su infatigable labor misionera. En la provincia de Michoacán vivió apostólicamente observó los ápices de su regla con perfección llegando a la cumbre con el gozó de arrobos, éxtasis y raptos. Este insigne varón con sencillez pueril lo comprueba el haberlo elegido provincial en varios lugares, con tal ejemplo que a pie y descalzo visitó toda la provincia e hizo grandes cosas en ella, aumento el número de conventos, la fábrica de las iglesias, la puntual asistencia en las doctrinas. Siendo provincial en el convento de Acámbaro el Señor le ilustró con luz profética su muerte, aseverando sería en el capítulo luego que entrase en el oficio su sucesor. Cumplióse a la letra, pues acabada la elección se fue a la cama y recibió todos los santos sacramentos con tanta paz y tranquilidad como había vivido, entre la asistencia numerosa de los padres que lo admiraban y veneraban, entregó su espíritu al Creador y con demostración de ternura le dieron lugar en que su cuerpo se sepultase en el convento de Acámbaro.


Fray Rodrigo Alonso, nativo de la ciudad de Lisboa, corrió desde Portugal hasta las Indias se incorporó a la orden franciscana, tomó el hábito y profesó en el convento de Acámbaro aprox. (1595-1620), provincia de la cual se encariñó, aprendió las lenguas usadas en la provincia, la prueba fue que en el convento de Acámbaro hizo consecutivamente cuatro sermones, en español, tarasco, náhuatl y otomí, con tanta elocuencia como si hubiese aprendido todas estas lenguas desde niño, llegando ser vicario provincial. En 1611 pide al rey de España otorgue permiso para la erección de un convento en San Miguel de Allende jurisdicción de la provincia de Michoacán. Adoleció en el convento de Acámbaro una enfermedad y en el transcurso de esta, alcanzó a saber la hora de su muerte, expiró con tanta tranquilidad y su faz tan risueña y hermosa como si los gozos del alma se asomaran a él a certificarnos su gloria.

En el año de 1606-1607, se divide la provincia de Michoacán y Xalisco, en la Provincia de Michoacán de San Pedro y San Pablo y la de Santiago de Jalisco. Entre la división de los monasterios y hermanos y la elección de provinciales, se determinó celebrar por difunto cierto número de misas cada sacerdote y los religiosos coristas y legos otros tantos oficios de cada provincia, ósea por los difuntos de la provincia de Michoacán se celebraban misas en ambas provincias y viceversa. Pues habiendo corrido veinte años de esta mutua correspondencia se experimentaron tales inconvenientes, como el crecimiento de religiosos se hacía pesado el yugo de la obligación, se determinó en Capítulo celebrado en el convento de Acámbaro en el año de 1626, siendo padre provincial Fray Pedro de Leiva, con acuerdo de todo el Capítulo se decretó que cesase en la provincia de Jalisco el compromiso en cuanto a los sufragios.


Fray V. Castro padre franciscano dotado con el don de la profecía, presentamos cuatro episodios de su vida prodigiosa en esta provincia de Michoacán.
En estando el padre Castro en Taxco, dijo a Don Gaspar López que debiese de cuidar de ver animal con cuernos porque había de morir en ellos y como el crédito de la santidad del padre Castro era tan grande, Don Gaspar lo tomó como profecía y evitó salir de casa, pero el alcalde mayor lo manda llamar para tratar un negocio importante, temeroso Don Gaspar manda por delate a su hijo para que este le informará si no había por la plaza y por el camino animal alguno, de vuelta su hijo le confirma que no hay animal por el camino, solo uno muerto en la plaza de toros, Don Gaspar salió con la luz encendida de su casa y al cruzar por la plaza se le apagó y prosiguiendo el camino sin luz, erró el camino y fue a dar con el toro muerto y tropezando con él cayó sobre los cuernos, traspasándole el corazón.
En Taxco había un hombre llamado Alonso Delgado de oficio sastre, Fray V. Castro le rogo que de ninguna manera se encontrara en riña laguna porque lo habían de matar, Don Alonso escarmentado con el acontecimiento de su vecino don Gaspar, y satisfecho de la santidad del que le avisaba. Un día estando trabajando se armó en su puerta una riña y el de improviso salió a meter paz y tirando a uno la daga del otro se le clavó por las sienes, así una vez más se cumplió la profecía del padre Castro.
Realizando su acción apostólica el padre V. Castro llega al pueblo de Taximaroa, en el cual vivía Don Diego de Lira y Sayas, satisfecho de su santidad y profecía del padre Castro le rogó le dijese dónde estaba el dinero que su suegro había dejado enterrado, el padre Castro rehuía de comentar cosa al respecto a Don Gaspar, pero este valiéndose de sus superiores logra que lo acompañe a los parajes donde supuestamente estaba enterrado el dinero, el padre Castro indica un lugar pero ya caía la tarde y lo dejaron para el siguiente día, pero sorpresa nada había en el lugar que había indicado el padre Castro. Días después lo busca nuevamente don Diego de Lira y le refuta porque lo engaño, el padre Castro le responde que no es voluntad de Dios que hiciera carrozas, ni engordara caballos y festejara damas y que por eso no había encontrado el dinero, y como le dijo a don Diego los mismos pensamientos y devaneos que había tenido aquella noche con la esperanza del tesoro, reconoció su culpa. Por segunda vez vuelve don Diego de Lira y le pregunta al padre Castro porque no tiene hijos, el responde que su esposa esta en cinta de una niña y que se asustará de la manera en que engendrarían hijos, y así fue tuvo su primera hija y doce más.
Estando el ciervo de Dios en el convento de Acámbaro donde estaba por aquel entonces el noviciado de esta provincia, tocando a medianoche a maitines un novicio se le volteó la esquila para arriba y no pudo volverla con el cordel subió para voltearla con las manos, al mismo tiempo que iba a ejecutarlo salió el padre Castro del coro gritándole que se detuviera, el novicio lo obedeció y asombrado, subieron al campanil tomando la cuerda en la mano comenzó a azotar al demonio diciéndole en voz clara muchos improperios y se ausento el enemigo malo de aquel lugar con mucho estruendo. Volvióse entonces el siervo de Dios a confabular con el novicio y con singular espíritu le dijo diese muchas gracias a Dios Nuestro Señor por haberle liberado de la garras de aquel furioso león infernal, cuyo intento había sido precipitarlo de lo alto y hacerle pedazos en la caída.
El padre Castro termino los últimos días de su vida en el monasterio de San Francisco en Valladolid, aquejado por una terrible enfermedad, entregó su alma al Creador y se sepultó en el mismo convento con asistencia y aclamación de toda la ciudad de Valladolid, quiso el Creador calificar la virtud de su siervo con el raro prodigio de emanar de la tierra aromas exquisitos.


Fray Juan Bautista Molinedo, nacido cerca de la villa de Bilbao, en Vizcaya España, muy joven decide probar fortuna en la Nueva España, cansado de la vida mundana, decide tomar el hábito Franciscano en el convento de Acámbaro, la humildad, la obediencia algunas de sus virtudes, cumplió su año de noviciado y profesó atándose a los tres votos solemnes de la orden, aprendió la lengua otomí con tal pulcritud y eminencia que en su tiempo no tuvo rival, para ocuparse en la doctrina y enseñanza de los indios, hombre ejemplar gustaba de la oración mental. En todo el discurso de su vida tuvo muchos raptos y éxtasis admirables, particularmente se le notaron en el tiempo que fue guardián en el convento de Celaya, varias veces lo encontraron al siervo de Dios arrebatado en el aire delante de un crucifijo que hasta el día de hoy se venera el santo cristo en Celaya. Fue muy penitente, trajo siempre un tuniquillo de cerdas que lo cogía de medio cuerpo hacia arriba y en la honestidad, castidad y obediencia parecía un ángel del cielo. Fue tanto su amor por los naturales, y por la salvación de sus almas que decide ir a Río Verde a propagar el Santo Evangelio a todas esas tierras de indios barbaros, bautizó a todos los que encontró capaces de este sacramento y otros tantos puso en estado del santo matrimonio , adoctrinó a muchos niños, visitó Piniguan, en donde hizo una capilla de madera y paja y celebró el Santo Oficio de la Misa, después paso al pueblo de la Lagunillas donde hizo lo mismo, como también en los lugares de Camotes y Valle de Maíz, paso después a Tula, Xaumave, Rucias, San Francisco y San Bernardo, fue a pie y descalzo hasta los confines de Río Verde, tanto amor y cariño le tenían en esos recónditos lugares que le cobro el nombre de Apóstol del Río Verde, quince eran las naciones descubiertas, de regreso a Río Verde dejo instrucciones precisas de cómo debían de mantener la doctrina. Llegó de nuevo a la provincia que lo vio partir, en ocasión que se celebraba el capítulo provincial en el convento de Acámbaro, allá por el año de 1617, donde fue recibido con sumo aplauso de los capitulares a quienes propuso sus descubrimientos, ellos votaron unánimemente que escogiese a los ministros idóneos para tal empresa, el regresa a Río Verde 1618. Él busca de toda forma la conversión de Río Verde, busca ministros para cumplir su propósito misionero, someten a capítulo general celebrado en Segovia en el año de 1621, la propuesta fue admitida, se erige la custodia de Río Verde bajo el patronato de Santa Catarina, y es separada de la provincia de Michoacán, quedando sujeta a los comisarios generales para que de todas partes se proveyese de ministros, pero se presentaba otro problema, la provincia de Michoacán renuncia formalmente a la custodia de Río Verde, pero quedaba abierta a otras ordenes monásticas, el Virrey despacha este asunto al Rey de España, y envía a tres representantes de las ordenes a participar en la custodia, el padre Juan Bautista Molinedo viaja a Madrid con la comitiva, habla con su Majestad alcanzando diecisiete religiosos para que viniesen a la conversión de Río Verde. El padre Molinedo enferma gravemente y muere en el convento franciscano de Madrid en 1627.

De los padres provinciales de Michoacán, el tres de octubre de 1626 a vísperas del día de San Francisco, en el convento de Acámbaro, que entonces era casa capitular, presidiendo el comisario general Fray. Alonso de Montemayor, lector jubilado y padre de las provincias de Andalucía, salió electo el Fray Pedro de Leyva, hombre de edad madura, mucha literatura y mucha experiencia, creció dentro de la provincia de Andalucía y de allí vino a la del Santo Evangelio en la que se mantuvo algunos años, posteriormente como profesor de teología en la provincia de San Diego. Fue guardián del convento de Santa Bárbara de Puebla, íntimo amigo del Fray Gerónimo de Abrego y Ortigosa al cual asistió en la muerte en el convento de Puebla. En una noche estando el padre Leyva en el convento de Atrizco oyó llorar a un niño siguió el eco y vino a dar a un lugar desierto, entre malezas halló una hechura hermosa de barro del Niño Dios y desde entonces las religiosas de Atrizco lo tienen como reliquia, un día estaba el coro lleno de rosas, lo llevaba en las manos y  calló con ella a tierra y como es de barro se hizo pedazos y puesto de rodillas y llorando su desgracia fue recogiendo los pedazos y reliquias y en presencia de las religiosas quedó tan entera como antes sin faltarle cosa alguna, y desde entonces aumento su veneración. Paso después el padre Leyva a la santa provincia de Michoacán, donde habiendo sido provincial murió con gran ejemplo de virtuosas costumbres, lo que se determinó en este memorable capítulo de Acámbaro.

En el año de 1626, en el Capítulo de Acámbaro fueron 35 gachupines, hijos de provincia, 37 criollos, 40 coristas 27 legos, 16 donados, dando un total de 155. El orden y número de conventos que en este año tenía la provincia: Acámbaro, casa capitular; Valladolid, Querétaro, Tzintzuntzan, Taximaloyan, Tarecuato, Tzinapécuaro, Pátzcuaro, Uruapan Erongaríacuaro, Tzacapu, Peribán, Tanzítaro, Celaya, Purenchécuaro, San Felipe, Tzitácuaro, Xiquilpan, Apaseo, tarímbaro, Tolimán, Xichú, León, Pichátaro, Charapan, San Buenaventura de Guazindeo, Pataban, Tuxpan, Santa Ana de Amatlán, Apatzingán, Tzirándaro, Chamacuero, Acapulco, San Francisco de San Miguel (San Miguel el Grande). Todas estas eran guardianías, hacen un número de treinta y cuatro.

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