viernes, 10 de febrero de 2017

LA CASA ECALA EN ACÁMBARO.

En esta ocasión hablaremos de elementos arquitectónicos de dos casonas ubicadas, la primera en la hermosa Ciudad de Acámbaro, Leona Vicario y Juárez, y la otra en la Plaza de Armas en la Ciudad de Querétaro

La casa de Don Tomás López de Ecala y Baquedano, Regidor en el siglo XVIII, se comenzó a construir en el año de 1780, en hermoso y sobrio barroco queretano, con fachada en cantera y portal de cuatro arcos a la plaza mayor, se dice que el Maestro Ignacio Mariano de las Casas, contribuyo a la realización de la obra, pero la ejecución estuvo a cargo del conocido Arquitecto Cornelio, que edificó también la Mansión de la Marquesa del Villar del Águila en Querétaro, y con exquisita herrería manufacturada por el Maestro Juan Ignacio Vielma.





En la parte superior de la mansión se encuentra una ventana con un pequeño encortinado, que se desprende de un dosel en forma de penacho indígena formada por plumas de ave, la cortina vaporosa de cantera rosa se abre en dos para bajar en forma exquisita onduladamente y se levantan en las esquinas y parecen sostenidas por encordonados que dejan caer la cortina, remata sobre un repison y termina en una doble guardamalleta con roleos laterales.


Ya habíamos hablado en otro episodio de esta hermosa casa acambarense construida en la segunda mitad del siglo XVIII, manufacturada en un hermoso y sobrio barroco-neoclásico, que es rica en elementos decorativos y que en su fachada norte esta revestida de cantera como la casa Ecala. 


Además del revestimiento ostenta en la fachada oriente una pequeña ventana encortinada que se desprende de un dosel y baja en un fleco con cenefa que a su vez se abre en dos y cae graciosamente, sujeta con dos cordeles creando remates abombados en forma de coronas del mismo cortinaje que abate en forma de zigzag; en mancando dos pequeñas columnas corintias que en su remate desprenden pequeñas palmas u otros ornatos; en el centro una bella ventanilla mixtilínea que descansa sobre un repison y lo flanquean dos más pequeños que rematan en tres puntas formando estas, una hermosa guardamalleta.

La pregunta cuál es la relación entre ambas casas, formalmente no tengo sustento, solo hago la comparación de ambos elementos arquitectónicos y de otras suposiciones, pero realmente existe un vínculo entre ambas. 

Don Tomás López de Ecala Baquedano, nació en Navarra España en el año de 1740 y muerto el 03 de enero de 1807 en Querétaro, fue Alguacil Mayor del Santo Oficio y Regidor, gran inversionista en la industria textil en el último tercio del siglo XVIII. Casado el 3 de enero 1776 en la hacienda de la Bartolilla, en Zinapécuaro, Michoacán, con Doña María Josefa Bibiana Capellar Villaseñor sus padres fueron Lope Capellar y María Gertrudis Villaseñor Cervantes, vecina de Acámbaro parientes de los Iturbide y los Carrillo de Figueroa dueños de las haciendas de San Miguel, San Nicolás y San Joaquín, nobles y celebres personajes del bello pueblo de Acámbaro. Cabe destacar que López de Ecala adquirió junto con Manuel Primo y Jordán y Pedro Romero de Terreros, varias propiedades obrajeras en el rumbo de Acámbaro.

Juan Manuel Primo y Jordán y el primer Conde de Regla poseían varios obrajes en Querétaro, eran parientes por parte de los Terreros. A mediados del siglo XVIII se involucraron más en el negocio textil. Y aunque al principio todo referente a la industria de la lana era nuevo en sus centros de producción de Acámbaro y Querétaro, fueron grandes ejemplos de producción en otros centros textileros del país durante los siglo XVIII y principios del XIX.

Podemos concluir la importancia de Acámbaro en el aspecto económico y textil a mediados del siglo XVIII y la necesidad de los dueños de estas industrias de tener un lugar donde habitar, posiblemente la antigua casa de Doña María Gertrudis Álvarez del Castillo y Muñiz, fue manufacturada por el rico comerciante español Don Tomás López de Ecala, casado con una acambarese.
El Corposanto de Santa Columba en Pachuca.

  
Llegó la hora de revelar la otra parte, la parte personal, la parte privada, la del ser humano, de la Condesa de Acámbaro. Que ya quedamos que era la Marquesa de San Francisco y que su nombre era Doña María Micaela Gregoria Romero de Terreros y Trebuesto. Una mujer con muchas virtudes y sobre todo defectos.

Se sabe muy poco de la vida de las cuatro hijas del Conde de Regla, María Micaela, María Ignacia, María Antonia y María dolores, después de la muerte de su madre Doña María Antonia en 1766, vivieron en la hacienda de San Miguel Regla, junto a su padre, instruidas en las labores de su sexo, en virtudes cristianas a cargo de instructores Jesuitas y por la tía solterona Ángela Trebuesto y Davalos hermana de su madre.
Se expresaban de ellas como mujeres de grandes virtudes:

Coser, tejer, bordar a la perfección y todo el primor que se puede esperar de la más diestra, esas han sido las ocupaciones que han dado a las horas que les quedan después de haber empleado la mayor parte del día en los ejercicios piadosos de orar, de leer libros devotos, de asistir con toda veneración a Augusto Sacrificio de la Misa y demás acciones des Cristianismo…

El Conde de Regla no había olvidado en su testamento a sus cuatro hijas, había instituido para ellas bienes libres, aquellos que no estaban dentro de los tres mayorazgos, y que se debían distribuir entre sus cuatro hijas, así ellas tendrían su futuro asegurado.

A finales del siglo XVIII, la legislación daba preferencia en derecho a la herencia a los hombres que a las mujeres y a los mayores respecto a los menores. Cuando Murió Francisco Xavier Romero el segundo hijo varón a los 16 años en Madrid, el título y Mayorazgo destinado a su otro hermano José María, paso a María Micaela, la hija mayor de del Conde de Regla. A la muerte de su padre en 1781, María Micaela no había cumplido aún los 25 años, y en ausencia de su hermano Pedro Ramón ella asumió las funciones de albacea y administradora de los bienes de su padre.

Dejando pasar solo los 10 días reglamentarios al luto riguroso del fallecimiento de su padre Don Pedro Romero, María Micaela viaja a la Ciudad de México para que el Virrey otorgara el nombramiento oficial de albacea de los bienes del Conde de Regla y la tutoría de sus tres hermanas menores. Mientras llegaba su hermano de Madrid, Micaela seguía administrando la enorme fortuna de su padre, calculada en más de cinco millones de pesos, que comprendían las minas Real del Monte y Pachuca, tres grandes haciendas Santa María, San Miguel y San Antonio Regla, y muchas más al sur de México, Guanajuato, Querétaro y Zacatecas. María Micaela seguía demostrando su liderazgo al tomar importantes decisiones como solicitar grandes préstamos para inversiones, saldar deudas pendientes, renovar contratos de arrendamiento, estuvo atenta a la contabilidad general, inventarios y liquidación testamentaria de su padre, pidió un préstamo por quinientos mil pesos a diferentes Hermandades y Capellanías, para liquidar la compra de las haciendas adicionales al norte de la Nueva España, que el conde había comprado a la Junta de Temporalidades, innumerables haciendas con valor a más de un millón de pesos, él realizó la transacción registrada más grande de la colonia, y a su muerte en 1781, él tenía un adeudo con la Junta de Temporalidades de más de medio millón de pesos, cosa que María Micaela no tardo en hipotecar las haciendas propias y la de sus hermanas y pedir préstamos para respetar el honor y buen nombre de su padre, cosa que distancio la relación entre sus hermanas, finalmente Micaela logra saldar la deuda de su padre.

María Micaela se auto pago por ejercer su albaceazgo un beneficio de treinta mil pesos, cosa que el representante de sus tres hermanas, propuso que renunciara a ellos, negándose rotundamente alegando que había hecho cuantiosos gastos para proteger la herencia de sus tres hermanas. Además Micaela tomo una cantidad extra de seiscientos sesenta y ocho pesos para rembolsar los gastos que había hecho en la testamentaría, y utilizó el poder que le daba su cargo para negociar ante la Corona que se adjudicara a ella y no a su hermano José María, el mayorazgo de San Francisco, el más valioso después del de Regla valuado en más de seiscientos mil pesos, ubicado en rica zona agrícola del Bajío. Su solicitud fue aceptada y la Carta de Sucesión correspondiente le fue expedida por el Rey, en 1787.


María Micaela mostro una gran capacidad para proteger sus derechos y privilegios, tal como lo había hecho su padre y su abuela Doña María Magdalena Dávalos y Orozco Condesa de Miravalle la de Tuxpan, ejercer una severa vigilancia sobre sus haciendas, le acarreó muchos problemas con los pueblos vecinos de sus propiedades; por ejemplo, el pleito que sostuvo con los campesinos en las proximidades de su hacienda de Tiripetío en Michoacán, quienes alegando antiguos derechos de posesión sobre tierras, construyeron un presa dentro de sus propiedades para abastecerse de agua, ella mandó destruir la construcción, los campesinos demandaron a la Marquesa la cual recurrió a sus relaciones en el Gobierno y a la opinión de su afamado y amigo el Licenciado Fernando Fernández de San Salvador para que la representara y logra por medio de él que le confirmarán sus títulos sobre la mayoría de tierras que estaban en disputa desde en vida de su padre, pero a cambio, ella tuvo que restituir la presa a sus demandantes.

Su carácter autoritario de María Micaela provoco que años después, en 1792 don Antonio Larrondo, encargado de la Justicia en el Partido de Acámbaro en la Jurisdicción de Celaya, presentara un escrito al Virrey Don juan Vicente de Güemez Padilla y Horcasitas, Conde de Revillagigedo y en la Real Sala del Crimen de la Audiencia de México, acusándola de mandar arrestar y encarcelar, por medio de su administrador y sus trabajadores a siete hombres que vivían en un pueblo cercano a su hacienda de San Cristóbal, cabecera del Mayorazgo de San Francisco, por no pagarle dinero que le debían, se le acusaba además que sus capataces habían atropellado en su derecho a los Ministros de Vara de justicia mandados por el Encargado de Justicia de Acámbaro, y que habían apaleado sin motivo a un pobre arriero, y que castigaban con cepo, grillo y azotes a los operarios de la hacienda y por último que la Marquesa de San Francisco María Micaela, mandó acuñar su propia moneda y que tenía ilegalmente una cárcel dentro de la hacienda. El Virrey ordeno al Corregidor Intendente de la Provincia de Guanajuato que averiguase el caso y tomara medidas. María Micaela recurrió nuevamente a su amigo el Licenciado Fernando Fernández de San Salvador, quien la defendió de todos los cargos en su contra por medio de un escrito presentado en la intendencia de Guanajuato. En el extenso documento su defensor alegaba que el hecho de tener cárcel en la hacienda y acuñar su propia moneda eran prerrogativas de los antiguos dueños de las haciendas y en cuanto a practicar la esclavitud económica, era una buena medida que había hecho la Marquesa para evitar futuros robos mayores entre sus vecinos y trabajadores, poder ejercer buen control sobre ellos. 


El Virrey ordenó a la Marquesa de San Francisco suprimiera la cárcel y pagara una multa, al no estar de acuerdo el abogado Fernández de San Salvador apeló contra la resolución de la suprema autoridad, e hizo imprimir la defensa de María Micaela haciéndola circular de manera pública en la ciudad de México, para poner a salvo su reputación.

Otra anécdota ocurrida a la hija mayor del Conde de Regla, fue a finales del siglo XVIII, en el tiempo en que María Micaela residió en su amplia casona del barrio de San Cosme en la Ciudad de México, la demanda que sostuvo en contra de los vecinos por el establecimiento de una pulquería en un predio cercano a su propiedad.

María Micaela siempre vivió sola alejada de todos sus hermanos, cambiaba por temporadas su residencia habitual en la ciudad de México, a alguna de sus haciendas de Michoacán o en la hacienda de San Cristóbal en Guanajuato, nunca se casó y a semejanza de su padre, contribuyo con grandes cantidades de dinero a obras en beneficio de la iglesia, como la permanente donación al Colegio de Propaganda Fide en Pachuca que estaba bajo su custodia, convirtiéndolo en uno de los más grandes de la Nueva España. Para darle mayor importancia a este colegio donó a los frailes el cuerpo completo momificado de Santa Colomba, reliquia en cuya compra invirtió una gran cantidad de dinero.


El cuerpo de la Santa, traído desde Roma estaba ricamente ataviado y cubierto de cera para su preservación, María Micaela hizo difundir ampliamente en la Ciudad de Pachuca la vida de la mártir y era tan afecta su devoción que dejó establecido que a su muerte fuese en donde fuese, su cuerpo fuera trasladado a la capilla donde era venerada la Santa, y así sucedió, murió en San Antonio de las Huertas en las afueras de la ciudad de México, dos días después su cadáver fue entregado a los Padres Recoletos de San Cosme para que estos la trasladarán a Pachuca, Su cuerpo fue colocado junto al altar de Santa Colomba en el Crucero de la Iglesia, en el Monasterio de San Francisco. 


María Micaela murió en el 20 de agosto de1817, a la edad de 60 años, soltera y según las disposiciones del testamento de su padre, dejó sus bienes, Título y Mayorazgo de San Francisco a su hermana María Dolores la única de sus hermanas que permanecía viva, que se había casado y tenía descendencia.

La más destacada de las hijas de Don Pedro Romero de Terreros, mujer dominante que heredó el carácter impasible de su padre, ejemplo de una mujer aristócrata, soltera en épocas de la colonia, demostró inteligencia, astucia para el manejo de los negocios y preservación de sus privilegios aunque tuviera que pasar por los derechos de otros como lo había hecho su abuela y su padre.
LA HACIENDA DE SAN CRISTÓBAL DE ACÁMBARO.



La hacienda de San Cristóbal de Acámbaro; se fundó como latifundio aproximadamente a mediados del siglo XVII, y gran parte del casco fue construido a finales del XVII y principios del XVIII. Los datos más antiguos que he estudiado refieren a sus propietarios casi todo el siglo XVIII, a los Albarrán Carrillo, lo cierto es que en 1689 en Don Pedro Basilio Albarrán Carrillo casado con Doña Antonia Castellanos Martínez, compra en remate las haciendas de San Cristóbal, Parácuaro, la Trinidad, San José, Chamácuaro, Encarnación, Santa Catalina, San Juan, Coyotes, Guadalupe y Puerto Ferrer. Posteriormente en 1714, aparece como propietario el matrimonio compuesto por Don Manuel Albarrán Carrillo y Castellanos y Doña Josefa de Echeverría (AGN, tierras, vol. 310.). A mediados del siglo XVIII, eran dueños de la hacienda, Don Tiburcio Albarrán Carrillo y Echeverría, casado con Doña. María Josefa Medina y Vela, el 5 de septiembre de 1749, en la Ciudad de México. Doña María Josefa Medina y Vela fue sobrina de Don Juan María de Medina y Torres, Tesorero de la Real Casa de Moneda de México que en el año de 1776 se le otorgó el título de Conde de Medina y Torres, (ósea que Doña María Josefa Medina, todo el tiempo que estuvo en Acámbaro, su tío no poseía ningún título) y mucho peor, sobre ella nunca recayó este título, éste quedo vacante cuando los Mariscales de Castilla XIII se reusaron aceptar el título. Don Tiburcio y Doña María Josefa tuvieron una hija, Doña María Manuela Albarrán Carrillo y Medina (1760-1787), casada en octubre de 1785, en la parroquia de Acámbaro con Don Manuel Ignacio Monterde y Antillón y Monterde y Antillón, segundo Conde de la Presa de Jalpa y Vizconde de Val de San Pedro. Finamente por problemas económicos en 1762 Don Tiburcio Albarrán Carrillo vende las haciendas de San Cristóbal, Parácuaro, San José, Puerto Ferrer, Santa Catalina, Encarnación, Chamácuaro, San Juan, Coyotes, la Trinidad y Guadalupe al Bachiller Juan Manuel Primo y Jordán; posiblemente el bachiller fuese presta nombre del Colegio de la Compañía de Jesús en la ciudad de Querétaro, ya que en el último tercio del siglo XVIII la hacienda de San Cristóbal de Acámbaro y las otras haciendas las subasto la Junta de Temporalidades a la expulsión de los Jesuitas. 
Durante el siglo XVIII, destacaron muchos hombres por su visión para los negocios, entre ellos figuraba, Don Pedro María Romero de Terreros y Ochoa y Castilla (1710-1781), que el Rey Carlos III de España le concediera el título de Conde de Santa María de Regla, por su buen desempeño en puestos públicos y su basta fortuna, casado con Doña María Antonia Josefa Micaela Trebuesto Dávalos y Bracamonte (1732-1766) hija de la tercer Condesa de Miravalle Doña María Magdalena Catarina Dávalos de Bracamontes y Orozco (1701-1777) la de Tuxpan Michoacán. En esta afamada e ilustre familia procrearon ocho hijos de los cuales fueron: 


1.- María Micaela Gregoria nacida en la Ciudad de México el 09 de mayo de 1757, fue bautizada en la ciudad de México el 18 de mayo del 1757 y falleció el 20 de agosto de 1817 a la edad de 60 años, Marquesa de San Francisco II.
2.- Juana, (1758-1762) murió niña.
3.- María Antonia Manuela Silveria, 1759-1788).
4.- María Ignacia Josefa Ceferina, (1760-1800).
5.- Pedro Ramón, (1761-1809), Conde de Santa María de Regla II.
6.- Francisco Xavier María Ciriaco Miguel, (1762-1778), murió muy joven de 16 años en Madrid, Marqués de San Francisco I, se le concedió el título el 30 de diciembre de 1776.
7.- María Dolores Josefa Gertrudis, (1765-1840), Marquesa de San Francisco III y a la muerte de su hermana Micaela y Marquesa de Herrera; casada el 18 de marzo 1787, con Vicente Herrera Rivero (1733-1794) Marqués de Herrera y casada en segundas nupcias en la Parroquia de San Sebastián Madrid, España, (1799) con Manuel José de la Pedreguera Morales (n. Veracruz 1775)
1.    Manuel José Carlos Juan Bautista de la Pedreguera Romero de Terreros (1802-22 de agosto de 1874) IV Marqués San Francisco, desde (1835), casado con Manuela Peña, murieron sin sucesión.
2.    Juan
3.    Isabel de la Pedreguera Romero de Terreros, Monja Brígida en Madrid murió el 19 de mayo de1853. Sus bienes al igual que su hermano Francisco, que eran cuantiosos y los heredaron a su primo paterno Francisco Betti y Predreguera (n.1824, muerto el 13 de mayo de 1892); casado en 1849 con María de la Luz Rocha Martínez y en segundas nupcias en 1854 con Isabel Lozano Medrano.                
8.- José María Antonio, (1766-1815), Marqués de San Cristóbal I.        

Recuerdan que la Hacienda de Loreto la estación de ferrocarril se llama Teresa, en honor a los dueños de la propiedad los Señores Betti

A la expulsión de los Jesuitas, el gobierno Virreinal expropio todos sus bienes y mediante la Junta de Temporalidades puso en subasta gran parte de sus propiedades, muchas de estas fueron adquiridas por tres de los más grandes Mayorazgos de la Nueva España.

El primer mayorazgo vinculado al Condado de Regla, a favor de su primogénito Pedro Ramón Romero de Terreros y Trebuesto, lo componían las minas y hacieda de beneficio de ral del Monte y Zimapán, la mansión de la calle de San Felipe Neri en México y minas exostentes en Pachuca, las haciendas de San Javier, Chicavasco, San Pablo, la Concpción, la Florida, Pastores de Ocuila, Santa Lucia, Tepenemé, San Juan de la Labor, Ixtula, San Juan Bautista, Estanzuela y Algives.

El segundo formado por el Condado de Regla y el Marquesado de San Cristóbal, entre las principales propiedades destacan: las haciendas de Casa Blanca, la Gavia, Jalpa, Temoaya, Santa Inés, Portales, Xuchimancas, Pastores de Colima, Jilotzingo, el Panal, la Concepción, Jáuregui y Tepozotlán. 

El tercer mayorazgo, constituido por el Condado de Regla y el Marquesado de San Francisco, que entre sus propiedades fueron adquiridas las haciendas de: San Cristóbal en Acámbaro, la Cañada, Coyotes, Magueyes, Parácuaro, San Juan, San Nicolás, La Trinidad. Guadalupe y una casa en Acámbaro. Archivo General de la Nación (AGN) vínculos.

Podemos definir como Mayorazgo al derecho de reinar por un mismo principio que daba a un Rey los derechos de dominio indivisibles e inalienables, es la consolidación de un conjunto de inversiones, tanto rurales como urbanas; consolida la propiedad para no dividirse jamás y pasar de forma intacta a través del tiempo de las manos del patriarca a un solo heredero” Doris M. Ladd. “La Nobleza Mexicana”, (pp. 104, 105).

La hacienda de San Cristóbal a formar parte del Mayorazgo conformado por el Condado de Regla y el Marquesado de San Francisco I, el primer Marques de San Francisco murió a la edad de 16 años, su título nobiliario junto con sus propiedades pasaron a manos de su hermana mayor Doña María Micaela Gregoria Romero de Terreros y Trebuesto segunda Marquesa de San Francisco.

La verdadera identidad de nuestro personaje en la leyenda de la Condesa del Pedreguero; la verdadera dueña y habitante de la hacienda de San Cristóbal fue Doña María Micaela Gregoria Romero de Terreros y Trebuesto segunda Marquesa de San Francisco, durante el periodo comprendido de 1778 hasta su muerte en 1817, su título y propiedades incluyendo la hacienda de San Cristóbal, pasaron a manos de su hermana menor Doña María Dolores Romero de Terreros y Trebuesto de Pedreguera, Marquesa de Herrera y Marquesa de San Francisco III. Al recibir la propiedad Doña María Dolores residió en San Cristóbal, pueda ser que hasta consumada la independencia. 


Posiblemente se confunda el apellido de Don Manuel José de la Pedreguera Morales con el de Condesa del Pedreguero. 

Existe de la “Defensa jurídica de la Señora María Micaela Romero de Terreros y Trebuesto, Marquesa de San Francisco, en los autos de capítulos promovidos ente el Superior Gobierno de esta N. E. por Don Antonio Larrondo, justicia encargado del partido de Acámbaro, jurisdicción de Celaya, sobre la conducta observada en la hacienda de San Cristóbal y el mal tratamiento de sus operarios libres y esclavos, cuya causa pende en la Real Sala del Crimen por apelación que la expresada  señora Marquesa interpuso de la determinación definitiva que se dictó por la Intendencia de Guanajuato, por el Lic. Fernando Fernández de San Salvador, abogado de la Real Audiencia y de su Ilustre Colegio, año de 1796”.

Como dato curioso, en la oficina del Licenciado Fernández de San Salvador, que era tío materno de Doña Leona Vicario, está conoció a Don Andrés de Quintana Roo, quien era ayudante el Lic. Fernández.

Es importante mencionar la gran similitud en las dos leyendas, claro, de la Condesa de Miravalle parte en gran forma la leyenda de la Condesa del Pedreguero, no sé dónde Zavala Paz recoge o recopila datos para escribir su leyenda, el hecho es que su fuente se confundió o sencillamente la maldad la traían en la sangre la Marquesa de San Francisco II, Doña María Micaela Romero de Terreros era nieta de Doña María Magdalena Catarina Dávalos y Bracamonte Condesa de Miravalle III la de la leyenda de Tuxpan.


Es evidente que confundimos gran parte de la historia de la Condesa de Miravalle con la desarrollada en la hacienda de San Cristóbal, obviamente la Marquesa de San Francisco II, no era un ejemplo de virtudes, el hecho esta de su comportamiento con sus operarios, la demanda interpuesta por su conducta. Fuese lo que fuese, la leyenda de la Condesa del Pedreguero de Zavala Paz, tiene más que encanto, excelente redacción, pero es importante conocer fehacientemente nuestros personajes, donde vivieron, como vivieron , porque finalmente son parte de nuestra identidad de muestro entorno pertenecieron a Acámbaro y nosotros somos él.